«Hoy está de moda denunciar los horrores de la revolución. Y esto no es nuevo: todo el romanticismo inglés está lleno de reflexiones sobre Cromwell muy semejantes a las que hoy se hacen sobre Stalin. Se dice que las revoluciones no tienen porvenir. Pero ahí se mezclan siempre dos cosas distintas: el futuro histórico de las revoluciones y el devenir revolucionario de la gente. Ni siquiera se trata de la misma gente en los dos casos. La única oportunidad de los hombres está en el devenir revolucionario, es lo único que puede exorcizar la vergüenza o responder a lo intolerable.» GILLES DELEUZE
«La tendencia en el desarrollo de las computadoras es la invisibilidad. El zumbido de las grandes máquinas con misteriosas luces que se prenden y se apagan será progresivamente reemplazado por piezas diminutas adoptadas imperceptiblemente al ambiente ‘normal’ que nos rodea, permitiendo un funcionamiento más aceitado. Las computadoras se volverán tan pequeñas que será invisibles. Van a estar en todas partes y en ninguna a la vez, y serán tan poderosas que van a desaparecer de la vista.» SLAVOJ ZIZEK
«La aristocracia no es una institución: la aristocracia es un pecado, generalmente venial.» GILBERT KEITH CHESTERTON (1908)
«Economía: esta palabra procede de oikos, casa, y de momos, ley, y no significa originariamente más que el prudente y legítimo gobierno de la casa, para el bien común de toda la familia.» JEAN-JACQUES ROUSSEAU (1755)
«El territorio ha sido objeto de grandes transformaciones en el proceso de configuración de la sociedad urbano-industrial. Estos profundos cambios han requerido un uso intensivo de energía, pero también ha sido preciso un cambio en la concepción del mundo y el paso de una visión orgánica del territorio a una visión mecánica. En este artículo se pone de manifiesto la vinculación entre la sociedad urbano-industrial actual, aplicación intensiva de energía y la mecanización y simplificación de los procesos territoriales. Al tiempo que se propone un nuevo principio de autosuficiencia conectada, se reflexiona sobre la conveniencia de recuperar un orden orgánico que se articule con el orden mecánico que domina de forma absoluta la realidad actual.» JUAN RAQUEJO LIBERAL
«Nuestras derrotas lo único que demuestran es que somos pocos los que luchan contra la infamia. Y de los espectadores, esperamos que al menos se sientan avergonzados.» BERTOLD BRECHT
«Viendo toda la miseria humana, no tan sólo física, sino psicológica, interna tanto como externa, parece absolutamente necesario cambiar radicalmente para producir una total revolución en la mente. La mayoría de nosotros llevamos una vida muy superficial. Tecnológicamente somos muy hábiles. En lo externo hemos progresado. Tenemos gran suma de conocimientos que hemos acumulado a través de los siglos en todas direcciones, y casi hemos conquistado la naturaleza; pero internamente somos muy superficiales. Si somos en cierto modo serios -y únicamente los muy serio son los que tienen vida, los que de hecho viven-, nos preguntamos si es posible ir más allá de esta superficialidad. Hemos tratado de penetrar más allá de la mera superficie de la existencia por medio de las religiones, por varias formas ritualísticas, por las creencias, tomando drogas que son la última forma de estímulo. Todo esto produce una serie de experiencias, pero el ser humano continúa como estaba con toda su miseria, con todos sus conflictos y su vida extraordinariamente superficial. Cuando más intelectuales somos, más libros leemos, adquirimos más conocimiento y nos volvemos muy agudos, muy argumentadores. Construimos una defensa tras de la cual nos guarecemos. Si somos emotivos, nos volvemos muy sentimentales haciendo buenas obras, perdiéndonos en la reforma social, interfiriendo con otros, tratando de guiar, ayudar y cambiar la sociedad. Todo esto es extraordinariamente superficial. ¿Cómo ha llegado a suceder que los seres humanos, aunque han tenido tantas experiencias de guerra, de batallas constantes internas y externas, con todas sus penalidades y sufrimientos (…) todavía vivan en lo superficial?.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Cuando mas vivimos en lo superficial, más esclavizados en la red de las nuevas teorías, teologías, filosofías, religiones y grupos cambiantes. Todo esto nos es familiar. ¿Cómo vamos a traspasar la corteza de lo superficial? Cuando preguntamos ‘cómo’, invariablemente nos volvemos a un sistema en busca de ayuda, a un método, a una fórmula, una idea, la cual podemos utilizar para ir más allá de la existencia externa superficial. Pienso que la pregunta en sí: ‘cómo’, es un impedimento, porque caemos en la trampa de preguntar a alguien más, a un maestro, a un profesor, a alguien que sepa mucho más que nosotros -o al menos así lo creemos-. Cuando preguntamos ‘cómo’, siempre estamos buscando un sistema de patrón que podamos imitar, seguir, practicar. No vemos que la mera práctica, la mera imitación, el mero seguir -no importa a quien (…), introduce una autoridad y en el momento en que imitamos y seguimos, ya nos hemos vuelto superficiales.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Una de las maldiciones de la humanidad es que, psicológicamente hablando, hemos establecido el patrón de seguir y aceptar la autoridad como guía interna para que nos ayude a ir más allá de lo superficial.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«(…) Los nacionalistas (…) son el veneno del mundo; impiden la unificación de los seres humanos; producen guerras, dividen a las gentes como esto y aquello. De igual manera, cuando imitamos o seguimos, ya hemos puesto un límite, una valla a nuestros pensamientos y sentimientos. Esa misma valla, esa limitación, produce una vida muy superficial. Pensamos que por la posesión de conocimiento que hemos adquirido de los libros de otros, por la experiencia, por la tradición, hemos ido más allá y más hondo que la vida ordinaria superficial. ¿Acaso el conocimiento -el (…) psicológico, no el de las destrezas, ciencia, matemáticas o medicina, sino el conocimiento que hemos acumulado acerca de la psiquis, acerca de nosotros mismos-, acaso (…) facilita una vida que no esté meramente en lo superficial?.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«¿Han dado las grandes religiones profundidad a la vida? Evidentemente no. Puede uno retirarse a un monasterio, hacerse ermitaño, aislarse, recluirse dentro de un dogma, una creencia, una idea. Con toda seguridad eso no lleva a una vida profunda, como tampoco se logra por la ciencia. Las religiones, los dogmas, el conocimiento, la imitación, el seguir, el erigir autoridades de cualquier clase, psicológicamente no producen una vida rica, plena, que está más allá de lo transitorio, más allá de la vida superficial en la cual hay constante batalla, constante competencia, la lucha continua de la ansiedad humana. ¿Qué es lo que hace de un ser humano un individuo? Deberíamos ser capaces de distinguir entre un ser humano y un individuo. El individuo es la entidad localizada: el inglés, el francés, el nacionalista que está limitado por una cierta cultura y tradición; pero el ser humano es parte del mundo. Hay problemas mundiales: (…) la guerra, el odio, el conflicto, la competencia, la ambición, la codicia, la envidia, la ansiedad, la culpabilidad -éstos son problemas humanos (…). El mundo se está volviendo más y más superficial, aunque hay más y más confort, seguridad social, la prevención de más y más guerras, muchas más diversiones- sea que las diversiones consistan en ir a las iglesias y derivar excitación por medio de algún ritual, las distracciones del fútbol, el cricket o el tenis. Todo ello nos da un contento extraordinario en lo externo, en lo superficial; mientras que en lo interno, en lo profundo de nuestros corazones, en lo íntimo y secreto de nuestras propias mentes, ¡hay tal esterilidad, tanto vacío!.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Uno no puede ya seguir a nadie. Los maestros, los sacerdotes, los teólogos, son todos demasiado absurdos, demasiado inmaduros; si uno se ha dado cuenta de todos estos problemas, ha rechazado todo eso desde hace tiempo. Ya no está uno comprometido con una idea como comunista, socialista, etc., porque el problema político es la unidad del hombre, no de acuerdo con los comunistas o las organizaciones obreras, ésta o aquella idea. En el momento en que uno divide al mundo en patrones, allí está de nuevo la desunión. Uno no debe poner esto a un lado, de hecho, no teóricamente, no problemáticamente. Uno ya no tiene fe en las religiones, los sacerdotes, en el comunismos o el socialismo. Ninguno de ellos va a resolvernos los problemas. Me he hecho esta pregunta sabiendo que soy superficial, que llevo en lo externo una vida que tiene muy poco significado porque siempre está la muerte: siempre hay el conflicto: siempre hay algo misterioso de lo cual uno nada sabe. Uno siempre esta buscando (…), y por lo tanto, llevando una vida más y más superficial, porque un hombre que busca puede creerse a sí mismo muy serio; pero no lo es. ¿Qué es lo que él busca? En último término él busca alguna gratificación, alguna clase de placer duradero. Puede llamarlo por diferentes nombres, darle una connotación sagrada; pero ello es, de hecho, la continuidad de su propio placer, una proyección de lo que él desea. Si uno es serio, descarta todo eso en el nivel psicológico, como debe hacerlo si tiene alguna inteligencia, si es siquiera un tanto escéptico, revolucionario; si no obedece a alguna autoridad. En el campo de la tecnología debe haber autoridad, porque hay cierto conocimiento que es necesario. Pero en lo psicológico, si uno ha barrido con todo esto, uno ya no es nacionalista, ya no pertenece a ningún país, a ninguna religión, a ningún grupo, a ninguna forma de ideología.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Una mente seria no es la que exige cierta línea de conducta, que practica cierta creencia, algún dogma. Un hombre violento que practica la no-violencia puede pensar que es terriblemente serio; pero lo que hace, de hecho, es evadirse de la violencia, escapar del hecho de la violencia. El no es un hombre serio en forma alguna. Uno ha tratado por varios medios de ir más allá de esa vida ordinaria, monótona, rutinaria, tomando el L.S.D. u tras drogas: ¡oh, en tantas formas! Al fin de todo eso, el hombre es todavía superficial, vacío, limitado por sus propias visiones, pensamientos y actividad autocentrada.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«¿Puede el tiempo psicológico, que es un proceso gradual, resolver este problema? Evidentemente no. Si usted dice que algún día, en alguna vida futura, o dentro de cinco años, yo seré feliz, o tendré alimento cuando esté hambriento, es es de muy poco valor ahora. Yo no me satisfago con la promesa de una comida futura. Quiero el alimento ahora. Uno de nuestros funestos engaños es el de que podemos usar el tiempo como un medio para algo; como un medio para un cambio, para una mutación, para una revolución. Eso no es posible. Ningún lapso de tiempo, ni la autoridad en forma alguna, ni el seguir o preguntar a alguien que me diga qué he de hacer, ni el volverse a una religión o al papa, va a producir una completa revolución en la mente niego eso totalmente sabiendo que son cosas vacías, mera farsa. (…) Niego todo eso. Niego la autoridad, lo que significa no seguir ni volver hacia nadie, no depender de nade, gurú o maestro, inteligentemente, no como una reacción, no como rebeldía, sino porque veo que es verdad, que es inteligente. Cuando he puesto a un lado todo eso, ¡qué es lo que ha ocurrido en la mente? En el pasado he creído, he tenido fe en alguien para que me dijera qué hacer; he seguido las escrituras, o a Marx o Engel, o al teólogo más reciente (…). Por haber negado lo que había sido aceptado como norma, como el patrón, como el camino hacia algo, esto o aquello, por la negación de todo eso, la mente se ha vuelto extraordinariamente sensitiva y por lo tanto, (…) vivaz e inteligente, y a través de lo que se llama positivo, se ha vuelto negativa. Es tan sólo cuando la mente ha negado por completo todo lo que llamamos la forma positiva de vivir, que está en un auténtico estado de negación.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Ese estado mismo de negación es la profundidad de la vida, porque es únicamente en la total negación que hay algo nuevo, algo que no es resultado de buscar, querer, esforzarse hacia algo. Esto no tiene que ver en absoluto con ningún sistema o filosofía. Entonces la mente, habiéndose despojado de todo condicionamiento, de toda influencia, de todas las incrustaciones de los siglos, viendo el significado total de ello, no como reacción, sino viéndolo para evaluarlo y echándolo totalmente a un lado, es entonces que a mente se vuelve asombrosamente vital, sensitiva e inteligente.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«Si se tiene dolor constante, uno ve un buen doctor de primera clase, que no sea nada más un comerciante en drogas, y él nos puede ayudar. Aun cuando uno de hecho tenga un dolor constante, puede aprender a disociarse de la pena. La vida es resistencia, defensa; una lucha con todo, construyendo muros alrededor de sí; pero si uno lo acepta, uno se mueve con el dolor. Todos tienen dolor físico, mucho dolor durante muchos días o dolor por unas cuantas horas. Es ese uno de los infortunios de la vida humana; pero uno puede empezar a disociarse de él. Puede uno mirar al dolor, no resistirlo.» JIDDU KRISHNAMURTI (1966)
«No hay duda de que la miseria y el despotismo acicatean la crueldad humana; no obstante, ella está presente en todas las épocas y en todos los contextos posibles. Podemos, en este sentido, trazar un arco desde el niño que por curiosidad arranca una a una las patas de la langosta hasta que al fin, aburrido, aplasta al insecto, hasta las prácticas institucionalizadas de tortura, trayecto en el cual hay indudablemente cambio de niveles, de valores y de significación, pero asimismo la sorprendente continuidad de un estigma tan palpable en su presencia como invisible en su raíz. La suprema tentación: tener al otro en un puño y ser, aunque sea por un instante, dueño de su existencia.» JUAN BAUTISTA RITVO
«La maldad, como dice Levinas, consiste en excluirse de las consecuencias de los razonamientos, el decir una cosa y hacer otra, el apoyar la muerte de los hijos de los otros y levantar el no matarás cuando se trata de nuestros propios hijos.» OSCAR DEL BARDO (2004)
«Si no existen ‘buenos’ que sí pueden asesinar y ‘malos’ que no pueden asesinar, ¿en qué se funda el presunto «derecho» a matar? ¿Qué diferencia hay entre Santucho, Firmenich, Quieto y Galimberti, por una parte, y Menéndez, Videla o Massera, por la otra? Si uno mata el otro también mata. Esta es la lógica criminal de la violencia. Siempre los asesinos, tanto de un lado como del otro, se declaran justos, buenos y salvadores. Pero si no se debe matar y se mata, el que mata es un asesino, el que participa es un asesino, el que apoya aunque sólo sea con su simpatía, es un asesino. Y mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente.» OSCAR DEL BARDO (2004)
«Creo que parte del fracaso de los movimientos ‘revolucionarios’ que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara. No sé si es posible construir una nueva sociedad, pero sé que no es posible construirla sobre el crimen y los campos de exterminio. Por eso las «revoluciones» fracasaron y al ideal de una sociedad libre lo ahogaron en sangre. Es cierto que el capitalismo, como dijo Marx, desde su nacimiento chorrea sangre por todos los poros. Lo que ahora sabemos es que también al menos ese ‘comunismo’ nació y se hundió chorreando sangre por todos sus poros.» OSCAR DEL BARCO (2004)
«(…) Fuimos partidarios del comunismo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado ‘socialismo real’. ¿No sabíamos? El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos. ¿O no existió Gide, Koestler, Víctor Serge e incluso Trotsky, entre tantos otros? Nosotros seguimos en el Partido Comunista hasta muchos años después que el Informe-Krutschev denunciara los ‘crímenes de Stalin’.» OSCAR DEL BARCO (2004)
«Menéndez es responsable de inmensos crímenes, no sólo por la cantidad sino por la forma monstruosa de sus crímenes. Pero Santucho, Firmenich, Gelman, Gorriarán Merlo y todos los militantes y yo mismo también lo somos. De otra manera, también nosotros somos responsables de lo que sucedió.» OSCAR DEL BARCO (2004)
«(…) La ‘inversión’ de nuestras luchas, de nuestros muertos, de nuestros torturados, de nuestros mutilados, de nuestros desaparecidos, tiene resultados demasiado módicos, en cuanto a ensanchar la justicia, en ampliar la libertad, en forjar una cultura solidaria. Demasiada sangre para tan poca revolución.” (…) ‘¿Sólo en nuestras debilidades humanas, está el fracaso? ¿Los desvíos permanentes al autoritarismo, al totalitarismo, son sólo consecuencia de líderes perversos? ¿O hay algo en nuestras concepciones (en un nosotros histórico), en nuestros dogmas, en nuestra propia estructura organizativa que conlleva a la asfixia de nuestras ‘revoluciones’?.» LUIS RODEIRO
«Hacé lo que quieras con los derechos humanos, pero no te metás a cuestionar al sistema, porque ahí te cortamos las manos.» HECTOR JOUVE
«No se podía hablar del demonio Videla sin recurrir a la figura demoníaca de Firmenich que englobaba a tantos otros. Pero como el todo sonaba a injusto y contradecía ciertas posturas estéticas del momento, empezamos a consumir la imagen del desaparecido como un ser que mientras miraba televisión desapareció… sin que nunca sepamos las razones que lo convirtieron en blanco de los grupos de tareas. Los muy demócratas maestros (profesores o simples ciudadanos) reivindicaban al desaparecido negándoles una parte importante de su identidad, de sus luchas, de sus elecciones, de sus apuestas. Rodolfo Walsh no era un oficial de inteligencia Montonero, era solo el brillante intelectual que fue.» DANIEL AVALOS
«Hemos optado por no escuchar, por separar el arte del conocimiento, por no dejarnos arrastrar por las preguntas; hemos optado por creer que la política puede prescindir de una ética que trasciende el vivir calculante y que nos coloca en las huellas de lo absoluto, de lo infinitamente riesgoso. La fatiga tapona nuestros oídos y nos atamos a un vivir, a un decir que detestamos en el hablar pero que, como Ulises, ya tenemos resuelto no abandonar. Amigos míos, ¿qué no supimos escuchar en nuestras vidas? Estamos en el límite de descubrir que el no haber escuchado no nos hace inocentes y nos obliga a desechar el repetido ejercicio de apiadarnos de nosotros mismos o al revés: apiadarnos profundamente por la pérdida de nuestras vidas entretenidas en murmullos tranquilizantes, discursos armoniosos que nos impidieron ver.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«El orden de los héroes y cobardes, de leales y traidores, de víctimas y victimarios, de justos y réprobos, se diluía ante una realidad en la que existían culpables sin matices pero resultaba confuso hablar de inocencia, donde las responsabilidades compartidas no disminuía ni un ápice la criminalidad innombrable. En mi impotencia por salvar a mi hijo se me reveló el peso de una carga de la que hasta entonces no era conciente y supe de las responsabilidades de quienes me acompañaban así como de las infinitas maneras con que se intentaba eludirlas. Seamos claros: yo (no sólo yo por supuesto) había intentado que Pablo, mi hijo guerrillero, probablemente buen tirador y riguroso en los duros principios de la organización Montoneros, desertara de una guerra que a mí me parecía inútil y que él la sabía perdida. Su deserción era mi forma de salvarlo. En mi vida nunca había deseado algo con tanta vehemencia. Los que continuaban ofuscados en el color de la sangre y en la razón de la muerte preferían incorporarlo en el triste listado de los héroes sacrificados; Pablo optó por este camino. Por pensar de esta manera, por escribirlo para que la desesperación pudiera ayudar al entendimiento, algunos amigos y yo fuimos acusados, ya entonces, de habernos pasado al bando enemigo. Ahora las cartas están sobre la mesa y no comprendo que aquel momento pueda ser tocado por el olvido. En mí memoria aquella guerra llena de crueldades es la infame muerte de Pablo, para la cual no hay compensación posible; es el fracaso en mi intento de que desertara. Pienso en mis corresponsales de hace 25 años y me pregunto qué fibras tocaban mis escritos que los obligaba a taponar sus oídos para no oír argumentos que ahora resultan banales.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«¿El correr de los años facilitará la aceptación de que el asesinato como tal es repudiable e incomprensible para quienes aspiran a un mundo en el que la vida humana sea irreemplazable? ¿Es tan difícil comprender que condenar el asesinato porque ningún ser humano debería creerse con derecho a negar la vida de otro, no significa aceptar las ideas del otro y claudicar en la lucha por establecer otras condiciones de existencia? Estamos atravesados por todos los derrumbes de los que fuimos testigos. Vivimos con ellos y no a su margen. No existen, por lo tanto, excusas para los ocultamientos. Aunque la verdad, antes y ahora, sea un prejuicio, no tenemos otra posibilidad que correr en su búsqueda ignorando el cálculo instrumental que pretende reemplazarla. La verdad está cerca de la estéril felicidad del conocer, lejos de esa instrumentalidad que desde hace años hemos colocado en la mira principal de nuestra crítica.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«(…) Pensábamos la política desde la ética aunque el sistema (dentro del cual ahora reconocemos rostros familiares) se mofara de nuestra inadecuación con la época. La política siempre fue para nosotros una manera de pensar el mundo y por eso renegamos del saber como camino al poder. Habíamos puesto en cuestión, justamente, el poder, el sistema de dominación, porque veíamos que allí los hombres se volvían cosas. No sabíamos (y el no saberlo debería llamarnos al arrepentimiento) que trabajábamos para que todas las cosas (los hombres entre ellas) simplemente pasaran al servicio de otro poder. Hoy lo sabemos y podríamos pensar que hemos avanzado en la verdad. También que se acrecienta nuestra responsabilidad.¿Cuándo, entonces, resulta conveniente o inconveniente expresar los pensamientos? Siempre hicimos nuestro el ‘pensar a contrapelo’ benjaminiano y afrontamos, casi orgullosamente, el malestar de lo inconveniente. Lo correcto políticamente evita el peligro del descalabro pero nos inunda de gris. Si todo está marcado por el cálculo (es sugerente la resonancia mercantil de la acumulación de fuerzas como principio rector de la política) cualquier idea de iluminación es irrisoria.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«El misterio no tiene cabida en la diagramación de lo conveniente.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Ernesto Guevara pensaba en el mundo, en una especie de final batalla en la que el bien socialista derrotaría al mal capitalista aunque fuera al precio de un cataclismo nuclear.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«La memoria colectiva argentina no se detiene en el Ejército Guerrillero del Pueblo que se empezó a desintegrar tras algunos meses de andar a los tumbos, dolorosa parodia de sí mismo, sin un solo enfrentamiento con las fuerzas que pretendía derrotar y con tres condenas a muerte a integrantes del propio grupo: una en Argelia y dos en el campamento salteño.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«También se hace un juicio contra el muchacho bancario (Bernardo Gronwald). Ese juicio termina en un fusilamiento. Estuvimos todos cuando se lo fusiló. Realmente me pareció una cosa increíble. Yo creo que era un crimen, porque estaba destruido, era como un paciente psiquiátrico. Creo que de algún modo somos todos responsables, porque todos estábamos en eso, en hacer la revolución.» HECTOR JOUVE
«No es sólo la contemplación de nuestras vidas gastadas con generosidad en construir campos de muerte mientras proclamábamos (porque lo creíamos) que estábamos trabajando para que la vida fuera posible en todo su esplendor. No es sólo un fracaso lo que ahora reconocemos con mirada perpleja. Tanto como la contemplación de la muerte, me consterna nuestra responsabilidad por ella y permítanme la evidencia de señalar que esta responsabilidad nada tiene que ver con los encuadres jurídicos que legitiman una pena. Se trata, y no puedo dejar de repetirme, de una obligación de responder, de un sentirse responsable que sólo corresponde a cada uno, que ningún igual puede enjuiciar, que ningún castigo puede saldar. Hablo (y el eco de Levinas es evidente) de una responsabilidad primordial, previa a todo acto, que acompaña nuestra condición humana y que deriva de la fundante responsabilidad por el otro tanto como de la libertad que nos permite decidir y sin la cual la idea misma de lo humano se desvanece» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Por condenable que sea, insisto, no es sólo la multiplicación de la muerte lo que empaña la acción revolucionaria; no es el costo en vidas lo que hace titubear la idea de revolución, en cuyo nombre se actúa, cuya búsqueda justifica todos los caminos y cuya presencia impregna de verdad los actos de quienes actúan en su nombre. Es duro el desafío para quienes sabemos que el ciclo de nuestras existencias ya puede presentir su final, pero si no nos atrevemos a poner en duda la idea de revolución el espíritu confundido de nuestra época terminará de morir en un extenso gemido. Y se entiende que no se trata solamente de los caminos a seguir para alcanzarla. La bienvenida discusión sobre la lucha armada corre el riesgo de llevar a la creencia (como ocurre en la ciencia) de que hay métodos independientes de los fines.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Como en la ficción de Dostoievski, cuando la revolución ocupa el lugar de Dios, los hombres (que son quienes piensan la revolución) se encuentran habilitados a actuar como dioses, la ‘razón revolucionaria’ se autojustifica, no hay otra libertad que la que se deriva del reconocimiento de la ‘necesidad’ revolucionaria.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Pero ¿quiénes son –o somos- los sobrevivientes de la lucha armada? ¿Aquellos que estaban en condiciones inmediatas de morir, como los pocos (es pequeñísimo el número si se lo compara con los que murieron) que salieron con vida de los centros clandestinos de detención? ¿Los que eludimos el riesgo de la muerte exiliándonos, es decir abandonando el campo de una batalla en la que decidimos dejar de participar porque ya no nos interesaba, porque se nos impuso el miedo o porque se nos hizo evidente un error que sólo viviendo podríamos redimir? ¿Los que permaneciendo en la Argentina pudieron sortear el riesgo a que los exponía el haber participado, directa o indirectamente, en las acciones que la dictadura buscaba suprimir? ¿O sobrevivientes somos todos porque todos estuvimos en peligro, los nacidos y los no nacidos, los de un bando y los del otro, todos los que sin saberlo plenamente llevamos la marca de una época de oprobio de la que yo no puedo despegarme porque las cicatrices me marcan y no quiero disimularlas aunque se hundan en mi propia responsabilidad por lo ocurrido?.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Vivimos en el irresuelto enigma del lenguaje por el cual la palabra ‘crimen’, utilizada por Shakespeare, nos coloca en el límite donde la claridad se separa de las sombras, y la misma palabra, en boca de algún conductor televisivo se vuelve desperdicio del que se alimenta la infamia humana.» HECTOR SCHMUCLER (2004)
«Las izquierdas, siempre verde esperanza, entre elecciones cuidan la naturaleza; los que trabajan pagan la coima legal a San Cayetano, los piqueteros, no saben (¿no saben?) que organizan la fiesta de confraternidad con el gremio facho de los tacheros, el poder gay reivindica el derecho a formar familia, fortaleciendo a destiempo la institución religiosa del matrimonio; los artistas abandonan los atuendos bohemios por la informalidad pulcra y estudiada de los yuppies, habiendo sido aventajados por la iglesia en la invención de escándalos menudos. Los hombres… ¿qué cosa? ¿los hombres?… Y las mujeres se extenúan en la preservación de sus encantos. Nuestros jóvenes exponen sus cuerpos a los grandes riesgos de la pequeña delincuencia, a los subrogados mortales de las drogas caras, al atontamiento feliz de satisfacciones involuntarias. La vejez pudiente se siente autorizada a realizar los peores descubrimientos sobre sí misma, no sin complacencia; la otra, es abandonada a la intemperie. La cultura fusion, habrá que reconocerlo, descubre nuevas delicias en el sexo, en la comida, en la música y, a la vez, alienta el turismo que, cínico, se exhibe en las ruinas del tsunami o fotografía a los muertos de hambre de la Argentina. ¿Qué es esto? ¿Cómo llamarlo? ¿Es el lamento desolado de un moralismo que anuncia el fin del mundo? ¿Son las condiciones actuales de un renovado nihilismo que se avecina? ¿Los síntomas de un goce sin control de la especie humana? Seamos menos apocalípticos y digamos que se llama la Derrota. Se trata de las consecuencias, de una gravedad peligrosa, de una derrota. Y a una escala que concierne a Occidente.» JORGE JINKIS
«Si los científicos se dejan atemorizar por los tiranos y se limitan a acumular conocimientos por el conocimiento mismo, la ciencia se convertirá en un inválido y las nuevas máquinas sólo servirán para producir nuevas calamidades…» BERTOLT BRECHT